miércoles, 24 de diciembre de 2008

domingo, 14 de diciembre de 2008

EUTANASIA YA PARA MARCELO TINELLI. URGENTE.EL PUEBLO ARGENTINO ESTA EN PELIGRO DE CONTAGIO.


VACUNEN YA A ESE PERRO POR FAVOR A VER SI LO MUERDE TINELLI Y EL POBRE CAN SE CONTAGIA DE BOLUDES BUBONICA, IDIOTISMO CRONICO, PESTE PELOTUDA, FIEBRE CHUPACULO DE LOS JUDIOS, EL MAL DEL TARADO, GRIPE DEL GARCA Y VERGUENZA AJENA. EUTANASIA YA PARA MARCELO TINELLI, POR ENFERMAR A NUESTRO PUEBLO CON SUS PROGRAMAS DE MIERDA Y ANTI FAMILIA FINANCIADOS POR EL CANCER DE LA HUMANIDAD EL SION..

EL INADI .INSTITUTO CONTRA LA DISCRIMINACION Y LA XENOFOBIA NUNCA PROSESO A MARCELO TINELLI POR ESTE VIDEO .O ACASO LOS CHUPA CULOS DE LOS JUDIOS, NO PUEDEN SER PROSESADOS.



BASTA DE BOLUDOS COMO TINELLI Y SUS AMIGOS.INTERVENCION URGENTE DE LA TELVISION ARGENTINA POR MEDIOCRE, INMORAL. SORETE,CHUPACULO DEL SION Y POR ENFERMAR A TODOS LOS ARGENTINOS.

sábado, 6 de diciembre de 2008

EN LOS BARRIOS PRIVADOS DE NORDELTA Y SANTA BARBARA CORTAN LAS CUERDAS VOCALES A LOS PERROS PARA QUE NO LADREN.


NORDELTA.


SANTA BARBARA.


NORDELTA Y SANTA BARBARA.DOS BARRIOS EXCLUSIVOS Y LUJOSOS, ANTI LADRIDO .


SHUSHHHHHHHHHH SILENCIO PERRUNOS. GENTE CAGANDO A LA PATRIA Y AL PUEBLO, NO MOLESTAR.


EN LOS BARRIOS PRIVADOS EXCLUSIVOS Y RICACHONES U OLIGARCAS, (NO APTO PARA GENTE NORMAL ,DE LABURO DESCENTE Y CON DINERO BIEN HABIDO). DE NORDELTA Y SANTA BARBARA.SITUADOS EN PACHECO , PARTIDO DE TIGRE, BUENOS AIRES, ARGENTINA. MUCHOS PROPIETARIOS ESTAN OPTADO POR LA MODA DE OPERAR A SUS PERROS PARA QUE NO LADREN ¿PARA QUE TIENE PERROS SI NO LES GUSTA QUE LADREN? (QUE SE COMPREN ENTONCES UNA JIRAFA QUE NO EMITE SONIDO AUDIBLE POR EL SER HUMANO) , LES OPERAN LAS CUERDAS VOCALES , ESTO EN MUCHOS PAISES ESTA TOTALMENTE PROHIBIDO. LA VERDAD ES VERGONZOSO, QUE TRATEN ASI A SUS MASCOTAS NO .A LOS QUE TIENEN ESTE TIPO DE TRATO CON PERROS Y GATOS HABRIA QUE CORTARLE LAS BOLAS Y LAS TETAS. ESTO ES UN ACTO DEPLORABLE DE ALGUNOS PROPIETARIOS Y MIEMBROS DE LAS ADMINISTRACIONES DE DICHOS BARRIOS LUJOSOS. DONDE HABITAN EN SU MAYORIA LOS PIOJOS RESUCITADOS O LOS NUEVOS RICOS , QUE SE ENRIQUECERON CUANDO EL PAIS SE QUEBRO. QUE RARO NO. (NO HABLAMOS DE LA GENTE QUE SIMPRE TUVO DINERO O DE LA QUE LO TIENE POR MEDIO DE SACRIFIOS Y ESFUERZOS, Y QUE APUESTA EN LA ARGENTINA Y DA TRABAJO A MILES DE COMPATRIOTAS. (NO SOMOS COMUNISTAS NI CLASISTAS. RESPETAMOS LA PROPIEDAD PRIVADA) , SI NO DE LOS QUE SE SALVARON CON EL DERRUMBE DE TODO UN PAIS.

Por que ladran nuestros perros

Al contrario de lo que comúnmente se piensa, el ladrido en el perro no es un lenguaje. Es una manifestación emocional en refuerzo de posturas.


La comunicación no verbal constituye un patrón de referencia concreto para quien convive con un perro. Cada perro tiene una serie de señales corporales que si las interpretamos correctamente podremos conocer la emoción que nos está tratando de comunicar. Puede tratarse de sumisión, de una solicitud de juego, contacto corporal, una interrogación, etc. Son signos visibles que no sólo involucran gestos faciales o corporales; los gruñidos, los gemidos, jadeos, aullidos y los ladridos, nos dan otras pistas, nos están trasmitiendo sus emociones y sus frustraciones.

Ladrar no siempre es un signo de agresividad, estas vocalizaciones son utilizadas por nuestros perros para expresarse, variables en intensidad, moduladas, de distinta duración y repetición. Son innatas al animal y de todos los cánidos el perro es el único en tener un repertorio tan amplio. Estas vocalizaciones no son monosilábicas a diferencia del lobo y el coyote y con la domesticación han adquirido una significación mayor, como es el caso de los perros de rastreo, donde a través de ellas es posible orientarse.

El origen de las vocalizaciones es genético influido por el medio ambiente y los aprendizajes en el periodo del desarrollo comportamental de transición. Responde a estímulos del medio ambiente que dependen en consecuencia y notablemente de la relación establecida entre el perro y su dueño.

Muchos propietarios de animales tienen por tendencia tratarlos como a niños, mimarlos y desarrollar en consecuencia problemas, como por ejemplo los denominados "síndrome de hiperafecto" o la ansiedad por separacion. Suelen ser perros que duermen en la misma habitación de los amos o comen su mismo alimento y a la misma hora, y que cuando sus propietarios están ausentes pueden llegar a desencadenar conductas destructivas, sobre todo con aquellos objetos que tengan una relación con el sujeto de apego. Y que como corolario se dedican a ladrar obsesivamente cuando se quedan solos.

Con una socialización temprana durante los primeros meses de vida, una correcta educación y ubicación social del perro en el seno familiar evitaremos este tipo de problemas. Pero ante todo debemos ser capaces de reconocer los comportamientos antisociales a tiempo y corregirlos con el debido asesoramiento profesional.

El período del desarrollo más importante en un perro es justamente el de la "socialización". A esta etapa se le atribuye la génesis de los problemas de comportamiento, debidos esencialmente a un empobrecimiento o a una perturbación del desarrollo comportamental: socialización insuficiente a la especie canina o a la especie humana, miedos, fobias o ansiedad ante diversos estímulos. El período de socialización tiene lugar desede los 21 días hasta las 21 semanas. Si en esta etapa el perro no tiene contactos suficientes con un niño, con otros perros, con el tráfico… de adulto manifestará temor o agresividad hacia estas situaciones.


Educar a un perro no tiene por qué representar un ejercicio que ocupe más tiempo del que el dueño del animal tenga para ocuparse de éste. Debe representar un momento agradable donde se combinará el juego con refuerzo (premios, caricias o palmadas) y paseos que se puedan disfrutar.


El ladrido no es un defecto que haya que erradicar, es una forma de expresión que debemos modelar. Hay que tomar en cuenta que no siempre es un mecanismo de chantaje para conseguir un objetivo o una forma de decirnos que no le dejemos sólo; puede responder a un dolor, a una enfermedad o a un peligro inminente y debemos saber diferenciarlos.


Es una crueldad Y una payasada de la Gente bien , de la Gente como uno ,alias oligarcas o simplemente garcas, que se caga en su pais y en los demas (que le queda a un perro entonces)y diran total yo lo pague es mi perro y hago lo que quiero con el.y bue argentina tambien los mantiene soretes y asi esta por uds.. .Hacerle eso a un animal es quitarle su voz, la manera que tiene de expresar su alegria, su miedo, su ira... Eso no se hace, ojala no estes pensando hacerle eso a tu perro Gente no como ellos,GENTE GENUINA, que no caga mas alto que el culo. porque estarias cometiendo una crueldad innecesaria,los perros ladran porque es su naturaleza, es su voz, pero no ladran constantemente si estan bien atendidos, abrigados con agua, comida, cariño y proteccion. Garcas de barrio privado BIEN, COSTOSOS Y EXCLUSIVOS.si Les molesta el ladrido de un perro comprense un perro de peluche y no le hagan eso a un animal ,A mi me molesta cuando tocan su puta bocina por cualquier cosa, de sus autos importados (esas bocinas tan histericas como ellos) Y SU PUTA FORMA DE HABLAR A LO MARICON AFRANCESADO y no por eso les corto las bolas..AUNQUE DEBERIA.

"CALLATE BOLUDO ,QUE SI TE ESCUCHAN LOS HISTERICOS DE NORDELTA Y SANTA BARBARA TE VAN A CORTAR LAS CUEDAS VOCALES Y MEJOR QUE NO ORINES SI NO TE QUEDAS SIN PISTOLA."

ADMINISTACION NORDELTA. 54-011-4871-1000 -servicio@avn-nordelta.com
LLAMELOS Y LADRELES UN POCO, PERO NO DIGA QUIEN ES, A VER SI LO MANDAN A CORTARLE LAS CUERDAS VOCALES A UD .Y DE PASO PREGUNTE SI ES VERDAD ESTE INFORME.

POR QUE NO SE CORTAN LOS TESTICULOS Y LAS TETAS MEJOR,EN VEZ DE OPERAR A LAS MASCOTAS DE LAS CUERDAS VOCALES PARA QUE NO LADREN.

martes, 2 de diciembre de 2008

!LLEGA EL CIRCO!


PUBLICADO POR PECTA(ESPAÑA)http://pecta-i.blogspot.com/

Señoras y señores, niños y niñas, el circo americano ha llegado a la ciudad.
Traigan a sus hijos y vean como animales salvajes se comportan como torpes humanos.
Para las cien primeras personas les daremos un pase V.I.P. y les mostraremos la realidad detrás de las risas: Animales estresados, enjaulados, obligados a hacer absurdos trucos incomprensibles para ellos, animales en algunas ocasiones maltratados, angustiados...

¿Un león atravesando un aro de fuego? ¿Un oso montando en bicicleta? ¿Un elefante haciendo el pino? ¿Nos paramos a pensar cómo se logra esto?
Encerrados viajan de un país a otro para repetir el mismo número,en ocasiones los compartimentos en los que viajan no cubren ni sus necesidades más mínimas, la falta de ventilación, de comida y/o agua o de cuidado veterinario convierten estos viajes que pueden durar varias semanas en auténticas pesadillas y muchos de ellos mueren.

Debido a la falta de ejercicio, socialización, actividad o entretenimiento los animales utilizados por los circos son víctimas a menudo de graves enfermedades mentales. Comportamiento estereotipado, es decir moverse de lado a lado de manera repetitiva, golpes en la cabeza, morder los barrotes y automutilizarse son solo algunos de los síntomas más comunes de desordenes psicológicos que manifiestan debido al encierro y el trato que reciben en los circos. Pero también son víctimas de terribles enfermedades físicas que convierten sus vidas en angustia y dolor, la falta de higiene y ejercicio, los golpes de los "adiestradores" con baras y látigos, las cadenas etc. hacen que muchas veces los animales sufran la rotura de algunos de sus miembros. Las patas de los elefantes por ejemplo, se resienten terriblemente debido a las cadenas y a que son obligados a sostenerse sobre dos patas para algunos números. Los animales que viven en los circos tienen los días contados, ya que muchos de ellos son matados o abandonados cuando se hacen mayores o se ponen enfermos, dejando así de desempañar la función que hace que otras/os valoren sus vidas: la de servir a un espectáculo. Otras veces, los circos los venden a otros circos, zoológicos, colecciones privadas de animales exóticos, e incluso a laboratorios de investigación.

Generalmente terminan sus vidas de una forma tan triste como las vivieron: en reclusión, bajo coacción y miseria.

¡EXIGE UN CIRCO SIN ANIMALES!

viernes, 28 de noviembre de 2008

HACEMOS ALGO O NOS VAMOS AL TACHO.



Deforestación y Clima


La deforestación y la degradación de los bosques son causa y resultado del cambio climático. Los bosques absorben CO2, actuando como un "sumidero" pero, cuando se deterioran o destruyen (por ejemplo en incendios y deforestación) se convierten en una "fuente" liberando CO2 a la atmósfera.
Hasta una quinta parte de las emisiones de CO2 mundiales se deben a la tala indiscriminada de árboles. Ésta, a la vez que empobrece el suelo y lo deja desprotegido ante la erosión y la evaporación del agua, contribuye aún más al cambio climático. Al aumentar las sequías y la presión humana sobre el manto forestal, éste se ve en peligro.

Debido al cambio climático se espera un aumento en las sequías y en los incendios. En muchos casos los incendios están asociados a la deforestación, cuyo efecto acelerador sobre la desertificación es conocido. A menudo, la tala es debida a la búsqueda de suelos para implementar monocultivos intensivos altamente demandantes en energía, agua, abonos derivados del petróleo y tóxicos que contaminan las aguas subterráneas y superficiales.

La pérdida de los bosques y de las especies afectará a la vida de todos con costes económicos desproporcionados en los países pobres y en vías de desarrollo.

Pedimos que se inicie urgentemente una lucha seria a escala internacional para detener la deforestación causada por la extracción irresponsable de recursos forestales y la quema de bosques primarios par introducir ganadería y cultivos como la soja, destinada en gran medida a la alimentación animal de los países industrializados.

y además pide que no se utilicen los sumideros de carbono como medio para contabilizar reducciones de emisiones de CO2 en los mecanismos del Protocolo de Kioto. No hay evidencias científicas de que estos gases capturados por la masa vegetal no puedan fácilmente volver a la atmósfera – a causa de incendios, descomposición natural o cosecha de madera para quemar -.

jueves, 6 de noviembre de 2008

NOTAS SOBRE LA "DIVINIDAD" DE LA MONTAÑA


por Julius Evola
En un editorial publicado en la revista del C.A.I., S.E. Manaresi ha subrayado, con eficaces palabras, un punto sobre el cual hoy no sabríamos insistir con exceso: la necesidad de superar la doble antítesis limitativa, constituida de una parte por el hombre de estudios, exangüe y separado -en su "cultura" hecha de palabras y de libros- de las fuerzas más profundas del cuerpo y de la vida; de otra, por el hombre simplemente deportivo, desarrollado en una disciplina simplemente física y atlética, sano, pero privado de todo punto de referencia superior. Más allá de la unilateralidad de estos dos tipos, hoy se trata de llegar a algo más completo: a un tipo en el cual el espíritu se transforme en fuerza y vida, y la disciplina física, por su parte, se convierta en el encauzamiento, símbolo y casi diríamos "rito" para la disciplina espiritual. S.E. Manaresi en muchas ocasiones ha tenido también la oportunidad de decir que entre los diversos deportes, el alpinismo es seguramente el que ofrece las posibilidades más amplias y más próximas para una integración del género. En realidad, la grandeza, el silencio y la potencia de las grandes montañas inclinan naturalmente al ánimo hacia aquello que no es exclusivamente humano, aproximan a los mejores al punto en el que el ascenso material, en todo lo que presupone de coraje, de superación y de lucidez implica, y una elevación interna llegan a ser partes solidarias e inseparables de una sola y misma cosa.
Ahora, puede ser interesante realzar que estas ideas, que hoy comienzan a ser recalcadas por las personalidades representativas para la justa orientación de los mejores de las nuevas generaciones, llegan simultáneamente a un transfondo de antiquísima tradición... a algo que se puede llamar "tradicional", en el sentido más amplio de este término. Si los antiguos no conocían más que por vía de excepción y en una forma enteramente rudimentaria el alpinismo, poseían, no obstante, del modo más vivo el sentido sacro y simbólico de la montaña, y la idea, en ese caso simbólica, del ascenso de la montaña y de la residencia en la montaña como algo propio de los "héroes", de los "iniciados", de seres -en suma- que se consideraba que habían superado los limites de la vida común y gris de las "llanuras".
En estas páginas, por tanto, no estará fuera de lugar alguna breve alusión sobre el concepto tradicional de la divinidad de la montaña, tomado fuera de los
símbolos, en su sentido interno: porque ello permitirá definir y precisar algo del aspecto interno y espiritual de aquellas vicisitudes, de las cuales la
descripción o relación técnica alpinística no representa más que el aspecto externo y, casi diríamos, el caput mortuum.
* * *

El concepto de la divinidad de los montes procede, de modo uniforme en Oriente y en Occidente, de las tradiciones extremo-orientales a las de los aztecas de la América precolombina, de las egipcias a las arias nórdico-germánicas, de las helénicas a las iránicas e hindúes: bajo la forma de mitos y leyendas sobre la montaña de "1os dioses" o sobre la montaña de "los héroes", sobre la cumbre de aquellos que "son arrebatados por el éxtasis", o sobre los parajes donde se encuentran misteriosas fuerzas de "gloria" y de "inmortalidad".
El fundamento general para el simbolismo de la montaña es simple: asimilada la tierra a todo lo que es humano (como, por ejemplo en las antiguas etimologías que hacen proceder "hombre de humus"), las culminaciones de la tierra hacia el cielo, transfiguradas en nieves eternas -las montañas- deben presentarse espontáneamente como la materia más adecuada para expresar mediante alegorías los estados trascendentes de la conciencia, las superaciones interiores o las apariciones de modos supra-normales del ser, a menudo representados figuradamente como "dioses" y deidades. De donde tenemos no sólo los montes como "sedes simbólicas" -tomemos nota- de los "dioses", sino que también tenemos tradiciones, como las de los antiguos Arios del Irán y de Media que, según Jenofonte, no conocieron los templos por su divinidad, sino precisamente sobre las cumbres; sobre las cimas montañosas ellos celebraban el culto y el sacrificio al Fuego y al Dios de la Luz: viendo en ellas un lugar más digno, grandioso y analógicamente más próximo a lo divino que cualquier construcción o templo hecho por los hombres.
Para los hindúes la montaña divina es, como es notorio, el Himalaya, nombre que en sánscrito quiere decir "La sede de las nieves"; en ella, el Meru es, específicamente, el monte sacro. Aquí debemos tener en cuenta dos puntos. Ante todo, el monte Meru es concebido como el lugar en que Siva, imaginado como el "gran asceta", llevó a cabo sus meditaciones realizadoras, tras las cuales fulminó a Kama, el Eros hindú, cuando este intentó abrir el espíritu a la pasión. En esta cumbre suprema del mundo, aún virgen para el pie humano, vemos por lo tanto cómo coinciden, en la tradición hindú, la misma idea de áscesis absoluta, de la purificación viril de una naturaleza ya inaccesible a todo lo que sea pasión y deseo, y por eso mismo "estable" en sentido trascendente. Así, en las mismas fórmulas védicas -antiquísimas- de las consagraciones de los reyes, vemos figurar precisamente la imagen de la "montaña" por la solidez del poder y del imperium que el rey asumirá. Por otra parte, en el Mahabbarata vemos a Arjuna ascender el Himalaya para realizar su exaltación espiritual, siendo dicho que "sólo en la alta montaña habría él podido conseguir la visión divina"; de la misma manera que hacia el mismo Himalaya se dirige el emperador Yudhisthira para consumar su apoteosis y subir al "carro" del "rey de los dioses".
En segundo lugar, debe tenerse en cuenta que la expresión sánscrita paradesha significa región elevada, región suprema y así, en un sentido material específico, altura montañesa. Pero Paradesha se deja asimilar etimológicamente al caldeo pardés, del que deriva el término "paraíso" que pasa, bajo formas teológicas, a las sucesivas creencias hebráico-cristianas. En la idea original aria del "paraíso", encontramos pues, una asociación íntima con el concepto de las "alturas", de las cumbres: asociación que, como es notorio, vuelve a encontrarse después bien claramente en la concepción dórico-aquea del "Olimpo".
A este último respecto debe decirse algo sobre las tradiciones helénicas relativas a los "arrebatados en el monte". Se sabe que los Helenos -como, por otra parte, casi todos los antiguos arios- tenían una concepción evidentemente aristocrática del post-mortem. Como destino para unos pocos -para los que de ningún modo se habían elevado por encima de la vida común- se había concebido el Ades, es decir, una existencia residual y larvaria a partir de la muerte, privada de verdadera consciencia, en el mundo subterráneo de las sombras. La inmortalidad, además de la de los olímpicos, era un privilegio de los "héroes", es decir, una conquista excepcional de unos cuantos seres superiores. Ahora bien, en las más antiguas tradiciones helénicas encontramos que la inmortalidad de los "héroes" se deduce específicamente en el símbolo de su ascensión a las montañas y de su "desaparición" en las montañas. Vuelve, pues, el misterio de las "alturas" porque, por otra parte, en esa misma "desaparición" debemos ver un símbolo material de una transfiguración espiritual.
Desaparecer, o "volverse invisible", o "ser arrebatado en las alturas", no es algo que deba ser tomado en un sentido literal, sino que significa esencialmente ser traspasado, de modo virtual, desde el mundo visible de los cuerpos particulares a la común experiencia humana, hasta el mundo suprasensible en el cual "no existe la muerte".
Y esta tradición no se encuentra únicamente en Grecia. En el budismo se sabe del "Monte del Vate", donde "desaparecen" los hombres que han alcanzado el despertar espiritual, llamados por Majjihimonikajo "más que hombres, seres invictos e intactos, inasequibles a las apetencias, redimidos". Las tradiciones taoístas extremo-orientales, originarias del Monte Kuen-Lun, donde seres legendarios "regios" habrían hallado la "bebida de la inmortalidad": es algo parecido a lo que encontramos en las tradiciones del Islam oriental relativo al "arrebatamiento" en el monte, de seres que unieron la iniciación de la pureza y que fueron arrebatados hacia las cumbres a su muerte. Los antiguos egipcios hablaban de un monte (el Set Amentet) atravesado por un camino, siguiendo el cual los seres destinados a la inmortalidad "solar" llegaban a la "tierra del triunfo" donde -según una inscripción jeroglífica- "los jefes que presiden el trono del gran dios proclaman vida y potencia eternas para ellos". Atravesando el Atlántico, en el México precolombino, encontramos, con singular concordancia, los mismos Símbolos: esencialmente, en la gran montaña de Culhuacan, o "montaña curva", porque su cima se reclina hacia abajo, lo que quiere expresar que el hecho de que la altura fuera concebida como un punto "divino" que, no obstante, conservaba conexiones con las regiones inferiores. En un monte análogo, según estas antiguas tradiciones americanas, habrían desaparecido sin dejar rastro ciertos emperadores aztecas. Ahora bien, corno es sabido, este mismo tema se halla en las leyendas de nuestro medioevo occidental romano-germánico: ciertos montes, como el Kuffhauser o el Odenberg, son los lugares en los que habrían sido "arrebatados" determinados reyes que alcanzarían significaciones simbólicas, como Carlomagno, el Rey Arturo, Federico I y II, los cuales, de tal modo, "nunca habrían muerto" y esperarían su hora para manifestarse visiblemente. También en el ciclo de la leyenda del Grial se encuentra la "montaña" en el Montsalvat, al que se puede dar, según Guénon, el significado de "Montaña de la Salud" o de la "Salvación"; el grito de guerra de la caballería medieval era Mont-joie, y en una leyenda a la cual no corresponde naturalmente ninguna realidad histórica, pero que no por ello es menos rica en significación espiritual, el hecho de haber pasado por la "montaña" habría constituido la acción que precedía a la coronación "imperial", sagrada y romana de Arturo. Aquí no podemos detenernos en desarrollar el aspecto interno específico de estos últimos mitos simbólicos, especialmente los referentes a los reyes "desaparecidos" que reaparecerán, tema que, por otra parte, hemos tratado exhaustivamente en otro lugar; pero haremos notar, en general, cómo vuelve el tema del monte concebido como sede de inmortalidad y cómo retorna también a la antigua tradición helénica relativa a los "héroes".
Diremos algo más sobre dos puntos: sobre la montaña como sede del haoma y de la "gloria" y sobre la montaña como Walhalla.
El término iránico haoma, equivalente al sánscrito soma, expresa la mencionada "bebida de inmortalidad". En aquellas antiguas doctrinas arias hay, a ese respecto, una asociación de conceptos diversos, en parte reales y en parte simbólicos, en parte materiales y en parte susceptibles a ser traducidos en términos de experiencia espiritual efectiva. Del soma, por ejemplo, las tradiciones hindúes hablan, ya como de un "dios", ya como del jugo de una planta, capaz de producir particulares efectos de exaltación, que eran tomados en espectacular consideración por ritos de transfiguración interna susceptibles de proporcionar un presentimiento y, casi diríamos, una presentación de lo que significa la inmortalidad. Pues bien, por la misma razón por la cual Buda no viene a parangonar el estado "que no es ni de aquí ni de allí, ni el venir ni el ir, sino tranquila iluminación como en un océano infinito" (el nirvana) en la alta montaña, así nosotros en el Yaçna leemos igualmente que el misterioso haoma crece en la alta montaña. Es decir, que otra vez encontramos la asociación de la idea de las alturas con la idea de un entusiasmo capaz de transfigurar, de exaltar, de guiar hacia aquello que no es únicamente humano, mortal y contingente. Y así del Irán pasamos a Grecia, en el seno del primer período dionisíaco encontramos el mismo tema, por cuanto, según los más antiguos testimonios, aquellos que en las fiestas eran arrebatados por el "divino furor de Dionisio" eran arrastrados hacia las cimas salvajes de los montes tracios cual si se hallaran poseídos por un poder extraño y arrollador surgido del fondo de sus propias almas.
Pero allí hay algo más que rectifica lo que de descompuesto y de no completamente puro pueda existir a nivel "dionisíaco"; ello es el concepto iránico expuesto en el Yasht respecto a la montaña, "el poderoso monte Ushi-darena" que es, por otra parte, la sede de la "gloria".
Debe saberse que en la tradición iránica la "gloria" -hvarenó o farr- no era un concepto abstracto: muy al contrario, ella era concebida como una fuerza real y casi física, aunque invisible y de origen "no humano", portada en general por la luminosa raza aria pero, eminentemente, por los reyes, sacerdotes y caudillos de esa raza. Una señal testimonia la presencia de la "gloria": la victoria. Se atribuía a la "gloria" un origen solar, por cuanto en el sol se veía el símbolo de un ente luminoso, triunfante sobre las tinieblas todas las mañanas. Trasponiendo sub especie interioritatis estos conceptos, la "gloria" -hvarenó- expresaba, por consiguiente, la propiedad conquistada por las razas o naturalezas dominantes, en las cuales la superioridad es potencia ("victoria") y la potencia es superioridad, "triunfalmente", como en los seres solares e inmortales del cielo. Pues bien, esto es lo que en los Yasht se dice, que en la montaña no sólo "crece" la planta del haoma -de los estados "dionisiacos"- sino que la montaña más poderosa, el Ushi-darena, es la sede de la "gloria" aria.
Llegamos al último punto. A la montaña como Walhalla.
La palabra Walhalla (Walhöll) es notoria a través de todas las obras de Ricardo Wagner, en las cuales, no obstante, en muchos puntos se deforman y se "literalizan" los antiguos conceptos nórdico-escandinavos de los Edas, de los que Wagner nutre especialmente su inspiración y que son susceptibles de significados más profundos. Walhalla quería literalmente decir "el palacio de los caidos", del cual Odín era el rey y el jefe. Se trata del concepto de un lugar privilegiado de inmortalidad (aquí, como en las tradiciones helénicas, para los seres vulgares no hay, tras la muerte, más que la existencia oscura y mediocre en el Niflheim, el Ades nórdico), reservado a los nobles y esencialmente a los héroes caídos en el campo de batalla. Casi como el dicho según el cual "la sangre de los héroes esta más cerca de Dios que la tinta de los sabios y las plegarias de los devotos", en estas antiguas tradiciones el culto y el sacrifico más grato a la divinidad máxima -Odin-Wotan o Tiuz- y más fecundo de frutos supramundanos consistía en morir en la guerra. Los caídos por Odín quedaban transformados en sus "hijos" e inmortalizados junto a los reyes divinizados, en el Walhalla, lugar que frecuentemente se asimilaba al Asgard, a la ciudad de los Asen, es decir, de las luminosas naturalezas divinas en perenne lucha contra los Elementarwessen, contra las criaturas tenebrosas de la tierra.
Ahora bien, los mismos conceptos del Walhalla y del Asgard originariamente se presentan en una relación inmediata -de nuevo- con la montaña, hasta el punto que Walhalla aparece como nombre de cumbres suecas y escandinavas y en montes antiguos, como el Helgafell, el Krosshòlar y el Hlidskjalf fue concebida la sede de los héroes y de los príncipes divinizados. El Asgard aparece a menudo en Edda como el Glitmirbjorg, la "montaña resplandeciente" o el Himinbjorg, donde la idea de monte y la de cielo luminoso, de calidad luminosa celeste, se confunden. Queda pues el tema central del Asgard como un monte altísimo, sobre cuya cumbre helada, por encima de las nubes y de las nieves, brilla una claridad eterna.
Así, el "monte" como Walhalla es también el lugar donde prorrumpe tempestuosamente y sobre el cual vuelve a posarse el sedicente Wildes Heer. Aquí se trata de un antiguo concepto popular nórdico, expresado en la forma superior de un ejército mandado por Odín e integrado por los héroes caídos. Según esta tradición, el sacrificio heroico de la sangre (lo que en nuestras tradiciones romanas se llamaba la mors triunphalis, y por la cual el iniciado victorioso sobre la muerte venía asimilado a la figura de los héroes y de los vencedores) sirve también para acrecentar con nuevas fuerzas aquel ejército espiritual irresistible -el Wildes Heer- del cual Odín, dios de las batallas, tiene necesidad para alcanzar un objetivo último y trascendente; para luchar contra el ragna rökkr, es decir, contra el destino del "oscurecimiento" de lo divino que corresponde al mundo de las edades lejanas.
A través de estas tradiciones, unidas en su significado íntimo y no en su forma exterior mitológica, llegamos pues al concepto más elevado del ciclo de los mitos sobre la divinidad de la montaña; y afirmaremos encontrar personalmente, en nuestros recuerdos nostálgicos de la guerra en la alta montaña, casi un eco de esta lejana realidad. Sede del amanecer, del heroísmo, y, si es necesario, de la muerte heroica transfigurante, lugar de un "entusiasmo" que tiende hacia estadios trascendentes, de un ascenso desnudo y de una fuerza solar triunfal opuesta a las fuerzas paralizantes, que oscurecen y bestializan la vida... así resulta ser, pues, la sensación simbólica de la montaña entre los antiguos, cual resulta de un circulo de leyendas y de mitos provistos de grandes caracteres de uniformidad, de los cuales los citados no son más que algunos de los escogidos en una lista muy amplia.
Naturalmente, no se trata de detenerse en reevocaciones anacrónicas... pero tampoco se trata de curiosas búsquedas de una simple erudición histórica.
Detrás del mito y detrás del símbolo condicionado por el tiempo existe un "espíritu", que puede siempre revivir y tomar expresión eficaz en nuevas formas y en nuevas acciones. Esto, precisamente, es lo que importa.
Que el alpinismo no equivalga a profanación de la montaña; que los que, oscuramente empujados por un instinto de superación de las limitaciones que nos ahogan en la vida mecanizada, aburguesada e intelectualizada de las "llanuras", se van hacia lo alto en valeroso esfuerzo físico, en lúcida tensión y en lúcido control de sus fuerzas internas y externas, por sobre las rocas, crestas y paredes en la inminencia del cielo y del abismo, hacia la helada claridad... que los que siempre en mayor medida puedan volver a encenderse hoy y obrar luminosamente según aquellas sensaciones profundas que permanecen en las raíces de las antiguas divinizaciones mitológicas de la montaña: éste es el mejor augurio que puede hacerse a nuestras jóvenes generaciones.

CAMBIO CLIMÁTICO Y LOS GLACIARES DE MONTAÑA





Según ha ido cambiando el clima durante el último siglo, así ha cambiado la capa de hielo de la Tierra, y donde mejor se puede apreciar este fenómeno es en la evolución de los glaciares de montaña.


La temperatura global se ha incrementado en 0,3-0,6º Naciones Unidas para el Cambio Climático) ha concluido que "el balance de la evidencia sugiere la perceptible influencia del hombre en el clima mundial".

En respuesta a esta subida generalizada de las temperaturas los glaciares se han ido reduciendo, perdiendo masa y retrocediendo.

Los glaciares de montaña están en retroceso en Argentina, Perú, Alaska, Islandia, Noruega, Alpes europeos, Kenia, Himalaya, Nueva Zelanda, Antártida e Indonesia.

En Los Alpes europeos la cubierta glaciar ha disminuido hasta niveles nunca vistos en los últimos 5.000 años. El glaciar Bering (el más grande de Norteamérica) ha perdido 130 km cuadrados de su zona frontal y se ha reducido dramáticamente durante el último siglo. En los últimos 50 años se encuentran partes del glaciar que se han reducido hasta en 180 metros.

Los científicos auguran un futuro muy pesimista para la conservación de los glaciares: en el año 2050 hasta un cuarto de la masa glaciar de las montañas podría desaparecer. En el 2100 se podría perder hasta la mitad de esta masa.


Durante el pasado siglo el nivel del mar subió entre 10 y 25 cm., y se estima que la masa glaciar perdida contribuyó a esta subida en unos cuantos centímetros (entre 2 y 5 cm.).

Los científicos estiman que de los 50 cm. de subida del nivel del mar que se prevé para el 2100, 16 cm. serán consecuencia de la pérdida de masa de los glaciares.

Además de afectar al nivel del mar, las "pérdidas" glaciares son un importante factor en los recursos acuíferos de algunas regiones. Así, cuando un glaciar se va derritiendo, algunas áreas ven incrementarse sus suministros de agua, y también el riesgo de inundaciones. Del mismo modo, a otras zonas les ocurre exactamente lo contrario. El turismo alpino también se vería afectado por este proceso, ya que muchas de las pistas de esquí existentes en la actualidad desaparecerían y también el típico paisaje de montaña.

Analizando la evolución de los glaciares se deriva que el calentamiento que sufre la Tierra es evidente, y la rapidez con la que está ocurriendo señala que la Tierra está entrando en un periodo de cambio climático sin precedentes en los últimos 10.000 años.

En todas las etapas por las que ha pasado la Tierra ha sufrido cambios climáticos, periodos de relativo calor y frío. Con todas estas variaciones la cantidad de masa de hielo existente también ha sufrido cambios dramáticos: hace 25.000 años, placas inmensas de hielo cubrían gran parte del territorio de Norteamérica, norte de Eurasia y Antártida. Una de estas placas cubría lo que ahora es Canadá y Alaska. Según se iba calentando la Tierra la mayor parte de este hielo desapareció, quedando sólo cubiertos por hielo la Antártida y Groenlandia.

GLACIAR BERING: EJEMPLO DE UN FENÓMENO MUNDIAL


El glaciar Bering, el más grande de Norteamérica, es un buen ejemplo del retroceso que han sufrido los glaciares como consecuencia del calentamiento de la Tierra. Son 5.170 km2 de hielo que se extienden hasta la zona sur de Alaska y que llega a alcanzar en algunos tramos los 800 metros de grosor. Durante los últimos 10.000 años el tamaño del glaciar ha variado constantemente en respuesta a los cambios climáticos. Una de las más importantes características de los cambios sufridos por el Bering ha sido su "dinámico" comportamiento, es decir, ha experimentado desplazamientos y movimientos cortos y periódicos de grandes cantidades de hielo dentro del glaciar. Los movimientos van generalmente acompañados de un significativo avance de la parte frontal del glaciar. El glaciar Bering surgió entre los años 1900 a 1920, 1938-40, 1957-60, 1965-67 y 1993-94. Después de cada desplazamiento el glaciar tiende primero a estancarse para después seguir reduciéndose hasta por fin retirarse.

Desde principios del siglo XX la parte frontal del glaciar ha disminuido 130 km2. Debido a este desplazamiento se han formado numerosos lagos -el más grande el Vitus, de 70 km2-. En las recientes décadas la tasa de retroceso se ha ido incrementado, sobre todo desde 1.990. Además del retroceso sufrido por la parte frontal del glaciar, lo más alarmante es la delgadez, el fino grosor que muestra.

Mediante fotografías aéreas se ha podido comprobar que en algunas zonas el glaciar ha perdido hasta 180 metros de grosor en los últimos 50 años, y áreas que han perdido hasta un 20-25% de su densidad.

FUTUROS CAMBIOS EN LOS GLACIARES DE MONTAÑA

Para el 2050 se prevé que desaparezca hasta un cuarto de la masa glaciar del mundo. Para el 2100, hasta la mitad de esa masa se perderá. Incluso en áreas en las que las precipitaciones aumenten, los cambios en la temperatura serán factores dominantes, y los glaciares seguirán "encogiendo", aunque el tiempo se vuelva más húmedo y lluvioso.


EL IMPACTO DE LA MASA GLACIAL PERDIDA

El nivel del mar se ha elevado entre 10-25 cm durante el siglo pasado.

El factor que más ha contribuido a este cambio ha sido la "expansión termal" - expansión de los océanos en respuesta a temperaturas altas-, pero la pérdida de masa glacial ha contribuido enormemente a este aumento del nivel del mar, en 2-5 cm. Por este motivo, se temen pésimas consecuencias para poblaciones costeras y pequeñas islas.

Además de afectar al nivel del mar, la pérdida de masa también afecta a los suministros de agua de muchas regiones. En algunas zonas semi-áridas cercanas a altas montañas, como ocurre en Asia central y Argentina se incrementarán estos suministros, con el consiguiente riesgo de sufrir inundaciones y derrumbamientos. Por el contrario, para el verano podrían disminuir según disminuyera el glaciar. Así ocurre, por ejemplo, en Perú. El suministro de agua en la ciudad de Lima depende directamente del glaciar Quelccaya, el cual está disminuyendo rápidamente.

domingo, 26 de octubre de 2008

Comprendiendo mejor el amor por los animales



Adolf Hitler prohibió todos los experimentos con animales. ¡Gracias a Dios la dictatorial era de protección animal ha terminado!
Adolf Hitler, el dictador, prohibió los experimentos con animales y sancionó la tortura en los laboratorios como un crimen grave. En contraste con su brutalidad nosotros alabamos a nuestra maravillosa moderna democracia y a nuestros democráticos líderes que legalmente sancionan el consentimiento de nuestros animales como objetos experimentales en pruebas de laboratorio. El Pueblo Elegido de Dios tiene una relación muy especial con los animales. Ellos ritualmente sacrifican estas criaturas indefensas con el santo propósito de consumo (carne kosher) y ofrendas a Dios: "Esto es lo que te ofrecemos regularmente en el altar cada día: dos corderos de un año". (Éxodo 29:38). Matanza ritual judía para consumir carne "kosher" y "ofrendas a Dios"
La matanza ritual de animales es una costumbre muy especial y afectuosa en la vida judía. Ellos cortan la garganta de los animales completamente para enloquecer al animal para que la sangre en la agonía se bombee fuera del cuerpo de las criaturas. Dependiendo de las especies la divina muerte puede llevar hasta cuatro horas. En cada operación una fuente de chorros de sangre brota de la garganta del "cordero sacrificado". Los animales enloquecen durante este calvario.
Por alguna razón extraña, nosotros los no-judíos somos comparados a perros por los píos judíos: "Así un judío ortodoxo aprende en su juventud más temprana, como parte de sus sagrados estudios, que los gentiles son comparados a los perros". (Israel Shahak, Historia judía, la Religión judía, Pluto Press, Londres 1994, Seite 94, ISBN 0 7453 0818 X).
Nosotros normalmente no objetaríamos nada a esta comparación. ¡Más bien todo lo contrario! Que bonito cumplido compararnos a una criatura de Dios tan pura como un perro. Sí, nuestra alma aria se parece muchísimo a la naturaleza fiel de un perro. Nosotros somos comparativamente francos y serviciales.
Un perro nota la diferencia entre un cariñoso y un despiadado amo. Pero él no puede distinguir entre un dueño moralmente bueno y uno malo. La pura alma de un perro no puede reconocer si su amo es un pícaro o un buen cristiano. Nosotros arios, agradecidamente, estamos similarmente estructurados. Nosotros también somos, más o menos, fieles a nuestros líderes-amos. Los alemanes por ejemplo siguieron a su emperador y Adolf Hitler fielmente a través del fuego y el agua.
Hoy día ellos siguen a cancilleres como Kohl y Schröder y los americanos también obedecen a su amo Clinton.
Sin embargo, parece que nosotros hemos puesto gradualmente nuestra pura "alma canina" durante las recientes décadas en un cenagal. Al contrario de un perro que muerde si se le importuna y se le golpea lo suficiente por un cruel amo vicioso, nosotros obedecemos la dirección judía a pesar de los abusos diarios e insultos, que llueven sobre nosotros. Nosotros no solo no les hemos "mordido" sino que incluso ni les hemos "ladrado".
Visto de esta perspectiva, el Halacha de los verdaderos judíos insulta a los perros cuando ellos los comparan hoy con nosotros. Para mantener el honor de ser comparado con la pura alma de un perro nosotros debemos dejar de lamer el albañal que se vierte encima de nuestras cabezas mientras pretenden que es crema dulce. Nosotros debemos aprender una vez más a "ladrar" y, si necesario, a "morder". Sólo entonces los extremistas judíos talmúdicos tendrán el derecho para compararnos con perros.
Para entender por qué es un cumplido para un ser humano el ser comparado con un perro, o en orden a reconocer el símil entre la leal alma aria y la leal y generosa alma de un perro, queremos que los visitantes de nuestra website lean el discurso del Senador Vest en defensa de un perro. Sucedió en un pequeño pueblo en América, donde iban a matar a un perro porque molestaba a los vecinos ladrando. Una audiencia judicial fue dispuesta para decidir el destino de la criatura. El Senador Vest se puso al lado de los caninos. Lea el discurso del Senador para la defensa de sus pobres cuatro amigo de patas:
Tributo a un perro por el Senador Vest
"Caballeros del jurado: El mejor amigo que un hombre tiene en el mundo puede volverse contra él y convertirse en su enemigo.
Su hijo o hija que él ha criado con cuidado amoroso pueden mostrarse ingratos.
Aquéllos que están más cercanos y son más estimados por nosotros, aquéllos a quien nosotros confiamos nuestra felicidad y nuestro buen nombre pueden convertirse en traidores.
El dinero que un hombre posee lo puede perder. Vuela de él, quizás cuando más lo necesita.
La reputación de un hombre puede derrumbarse en un momento por una acción inconsiderada.
Las personas que están prestas a ponerse de rodillas para honrarnos cuando el éxito está con nosotros pueden ser los primeros en tirar la piedra con malicia cuando el fracaso se establece como una nube sobre nuestras cabezas.
El único amigo completamente altruista que el hombre puede tener en este mundo
egoísta, el único que nunca lo abandona, el que nunca se muestra ingrato o traicionero, es su perro.
El perro de un hombre está con él en la prosperidad y la pobreza, en la salud y en la enfermedad.
Dormirá en el frío suelo donde el soplo de los vientos y la nieve le agitan furiosamente, si sólo puede estar cerca de su amo.
Besará la mano que no tiene comida para ofrecer; lamerá las heridas y llagas que se producen con la aspereza del mundo.
Guarda el sueño de su amo tanto del pobre como si se trata de un príncipe.
Cuando las riquezas toman alas y caen las reputaciones a pedazos, él es tan constante en su amor como el sol en su jornada a través de los cielos.
Si la fortuna convierte al amo en un proscrito en el mundo, desvalido y sin casa ni hogar, el fiel perro no pide otro privilegio que el de acompañarlo, guardarle contra el peligro, luchar contra sus enemigos.
Y cuando viene el último acto, y la muerte toma al amo en su abrazo, y su cuerpo vuelve a la fría tierra, no importa si todos los otros amigos siguen su camino, allí sobre la tumba se encuentra el noble perro. La cabeza entre sus patas, sus ojos tristes, pero abiertos en vigilante alerta, fiel y leal, incluso en la muerte."
Después del conmovedor testimonio del Senador en defensa del perro acusado, pronunciado en voz baja, sin ningún gesto, el juez y jurado estaban limpiando sus ojos. El jurado pronunció el veredicto en favor del demandado y el perro fue liberado.
Estimados judíos, si usted desean compararnos con animales, con perros, por favor no lo duden. No nos importa con tal de que a nosotros no nos comparen con ustedes, "los elegidos".

Una vida de perro

1ª semana. Hoy cumplí una semana de nacido, ¡Que alegría
haber llegado a este mundo!
1er mes. Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.

2 meses. Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta, y con sus ojos me dijo adiós. Esperando que mi nueva "familia humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho.

4 meses. He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para mi son como "hermanitos". Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.

5 meses. Hoy me regañaron. Mi ama se molestó porque me hice "pipí" adentro de la casa; pero nunca me habían dicho dónde debo hacerlo. Además duermo en la recamara. ¡Ya no me aguantaba!

8 meses. Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento tan seguro, tan protegido. Creo que mi familia humana me quiere y me consiente mucho. Cuando están comiendo me convidan. El patio es para mi solito y me doy vuelo escarbando como mis antepasados los lobos, cuando esconden la comida. Nunca me educan. Ha de estar todo bien lo que hago.

12 meses. Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. Que orgullosos deben de sentirse de mí.

13 meses. Qué mal me sentí hoy. Mi "hermanito" me quitó la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes. Así que se la quité. Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes, así que lo lastimé sin querer. Después del susto, me encadenaron casi sin poderme mover al rayo del sol.
Dicen que van a tenerme en observación y que soy ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.

15 meses. Ya nada es igual... vivo en la azotea. Me siento muy solo... mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.

16 meses. Hoy me bajaron de la azotea. De seguro mi familia me perdonó. Yo me puse tan contento que daba saltos de gusto. Mi rabo parecía reguilete. Encima de eso, me van a llevar con ellos de paseo. Nos enfilamos hacia la carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz creyendo que haríamos nuestro "día de campo". No comprendo porqué cerraron la puerta y se fueron. "¡Oigan, esperen!" -ladré... se olvidan de mi. Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta, que casi me desvanecía y ellos no se detendrían: Me habían olvidado.

17 meses. He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento y estoy perdido. En mi sendero hay gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y desde el fondo con mi alma. Yo quisiera que me adoptaran y sería leal como ninguno. Pero solo dicen "pobre perrito", se ha de haber perdido.

18 meses. El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis hermanitos". Me acerqué, y un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras "a ver quién tenía mejor tino". Una de esas piedras me lastimó el ojo y desde entonces ya no veo con él.

19 meses. Parece mentira, cuando estaba más bonito se compadecían más de mi. Ya estoy muy flaco; mi aspecto ha cambiado. Perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña sombra.

20 meses. Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar a calle por donde pasan los coches, uno me arrolló. Según yo estaba en un lugar seguro llamado "cuneta", pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción del conductor que hasta se ladeó con tal de centrarme.
Ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastré hacia un poco de hierba a la ladera del camino. Tengo 10 días bajo el sol, la lluvia, el frío, sin comer. Ya no me puedo mover. El dolor es insoportable. Me siento muy mal; quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa y ni me ve; otras dicen:
"No te acerques". Ya casi estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir los ojos. La dulzura de su voz me hizo
reaccionar. "Pobre perrito, mira como te han dejado", decía... junto a ella venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: "Lo siento señora, pero este perro ya no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir."
A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió. Como pude, moví el rabo y la miré agradeciéndole me ayudara a descansar. Sólo sentí el piquete de la inyección y me dormí para siempre pensando en porqué tuve que nacer si nadie me quería.

La solución no es echar un perro a la calle, sino educarlo y quererlo.
No convierta en problema una grata compañía.

Ayuda a abrir conciencia y así poder acabar con el
problema de los perros callejeros. Dale forward a este mail a cuantos puedas.
No te cuesta nada!!!!

martes, 14 de octubre de 2008

NO AL ABORTO SI AL VIDA.



GRACIAS A TODAS LAS MADRES QUE NO LO HICIERON.SUS HIJOS NUNCA LO OLVIDARAN.

sábado, 11 de octubre de 2008

MANIFIESTO A FAVOR DE LOS ANIMALES




por Jorge Mota


PROLOGO


Quiero exponer en esta obra algunos puntos que definan y teoricen en forma un poco extensa lo que es y representa el amor verdadero a los animales.

Debo, ante todo, decir que me considero discípulo de Ricardo Wagner quien, principalmente en los últimos años de su vida, comprendió de forma perfecta lo que representa el amor a los animales y esbozó, aunque no muy definidamente, unos principios que ahora amplío.

En su época la humanidad atravesaba problemas muy graves y había gran cantidad de gente viviendo miserablemente. Él luchó por la mejora de las condiciones sociales y por la implantación de una verdadera justicia social, pero, sin olvidar este aspecto, profundizó también en el amor a los animales. Si en su época hubiese dicho textualmente lo que ahora expongo yo en esta obra, hubiese sido tildado de excéntrico, como de hecho lo seré yo, pero estoy convencido de que dentro de cien o quizás mil años, la humanidad deberá seguir estos principios, incluso quizás más perfeccionados todavía.

Son muchas las obras, cartas, escritos, etc. de Wagner en los cuales se percibe su postura con respecto a los animales, pero fundamentalmente sus principales opiniones se contienen en sus escritos póstumos agrupados bajo el título de "Religión y Arte" y en una extensa carta abierta que fue publicada pasa combatir la extendida práctica de la vivisección. El texto de esta carta figura completa en el apéndice de esta obra, así como también incluimos por su extraordinaria belleza y profunda verdad, la obra de Mark Twain "Memorias de una perra" cuyo lenguaje poético es mil veces más elocuente que todas las páginas de este libro.

Creo importante difundir las ideas de Wagner por cuanto estoy convencido de que amando a los animales se ama también a los semejantes. No hemos de caer sin embargo en el error de convertir este amor a los animales en una especie de afeminamiento del hombre y en un pánico a la sangre. El evitar el derramamiento de sangre animal o humana debe ser para todos el mayor objetivo a alcanzar, pero no debemos olvidar tampoco que, como los Caballeros Templarios que prohibían el mal trato a los animales y predicaban el amor y la paz, sabiendo defenderse y luchar por sus principios, tampoco nosotros debemos dejarnos devorar por un animal o en sentido simbólico por los hombres a causa de nuestro sentimiento de amor a las especies inferiores y de nuestra sensibilidad ante el dolor ajeno.

Prediquemos el amor y la piedad, respetemos a los demás, pero no olvidemos que no nos debemos dejar avasallar y ser como nuevos cuáqueros víctimas de los que, sin pensar como nosotros, encuentran en el derramamiento de sangre placer y satisfacción. El amor y la piedad deben ir dirigidos en principio a toda la Humanidad y a todas las especies; si se nos insulta u ofende debemos ofrecer, como decía Cristo, la otra mejilla. Pero si nuestro enemigo la golpea también, tengamos presente que el Evangelio no sigue más allá. Hemos dado pruebas de buena voluntad, pero si nuestros enemigos persisten en su postura, debemos defender nuestros principios enérgicamente. Wagner cita el caso de un laboratorio de vivisección que fue asaltado por unos amantes de los animales y apaleado el guardián que los custodiaba. Esta violencia puede parecer un contrasentido con los objetivos perseguidos, pero no lo es para el que ama a los animales. Bien está pedir primero, exigir después y conseguir al fin por los medios que sea. Si el objetivo final es bueno, como en nuestro caso, no nos pueden impedir alcanzarlo ni los formalismos ni siquiera las leyes, pues si la Ley no sabe respetar y proteger a criaturas vivientes que dan color y alegría a nuestra vida, es una ley incompleta que no merece ser respetada en este punto.

El mayor peligro que puede hallarse entre los que simpaticen con las ideas que ahora expongo, es que se crean simples propagadores de teorías. En la medida de lo posible hemos de luchar por nuestras ideas para evitar convertirnos en ridículos teóricos iluminados de teorías inútiles e impracticables.

Lógico sería que el amor a los animales fuese algo espontáneo por naturaleza, amor hacia seres vivos creados por Dios para acompañarnos en este mundo. Frecuentemente un animal hace más compañía que algunas personas. Nunca piden nada a cambio de su entrega y son fieles hasta dejarse matar por sus amos. Se dan cuenta de los estados de ánimo de los que les rodean y están contentos cuando su amos lo están y tristes cuando los ven tristes. Lo único que sorprende es que todavía exista crueldad para con esos fieles hermanos inferiores o incluso que se pueda permanecer ajeno a ellos con la clásica frase de "yo no les hago nada malo a los animales", comentario que debería ser comparado a aquel que Jerome K. Jerome incluye en una de sus obras cuando un hombre al llegar al cielo dice: "No he hecho nada malo en la tierra", a lo cual le responden los ángeles:" ¿Y qué has hecho bueno?", condenándolo por su negligencia.

Sé que defiendo aquí algunos postulados de imposible realización. Considero que mi misión ahora es la de teorizar. El objetivo final es el que expongo, pero para recorrerlo hay que subir peldaño a peldaño. Ya sé que cuanto aquí digo es un sueño, pero todo lo que la humanidad ha. hecho a lo largo de su historia ha sido soñado primero por idealistas entregados a todo.

Sé también que hay mil problemas más importantes para solucionar antes que éste. Sé que miles de personas padecen hambre, pero sé también que no puede olvidarse un aspecto de la vida por defender otro. Existen cartas de derechos humanos en las Naciones Unidas, asociaciones internacionales para el socorro de los pobres, cien distintas Iglesias ocupadas en proteger contra la miseria al hombre, pero ni la ONU ni las Iglesias se preocupan de los hermanos inferiores. Ni tan siquiera los Franciscanos, que deberían ser herederos de aquella alma sensible que sabía hablar con los pájaros, se dedican a la protección de los desamparados y fieles animales, por eso yo quiero ocuparme de ello. Por otra lado, fútbol, toros, grandes espectáculos, ostentación... se hallan en vigencia y son apoyados por casi toda la Humanidad pese a que sigue habiendo gente que padece hambre.

El amor a los animales es el más idealista de los sentimientos y en nuestro mundo materialista la propagación de un principio idealista, aunque sea por el momento de imposible realización debido a otros problemas más urgentes, es siempre necesario y beneficioso.



EL DESEQUILIBRIO ECOLOGICO NATURAL



En otros capítulos de este trabajo incluiremos al final la serie de, tópicos más característicos con los cuales los enemigos de las ideas que aquí expongo intentan dar al traste con nuestros razonamientos. Ahora, al tratar del equilibrio ecológico y de las leyes inflexibles de la naturaleza, debe empezarse por los tópicos, pues mientras en otros aspectos estos son esgrimidos por los que nada sienten por los animales, en el presente caso son también los amantes de ellos los que los utilizan

Me parece inconcebible que personas que se conmueven por el dolor de cualquier animal, presencien inmutables las escenas filmadas o fotografiadas y cada vez difundidas con mayor profusión que nos presentan a un animal devorando a otro. Me parece insólito que estas personas se preocupen de un pájaro que ha caído de su nido y lo recojan a fin de que no se lo coma algún gato y sin embargo encuentran lógico y natural que infinidad de animales mueran día a día, sin que nadie se preocupe de su profundo drama en este mundo.

El decir que la naturaleza impone su ley inflexible, según la cual unos animales se alimentan a base de otros, y que esto constituye una cadena indestructible es un absurdo sin precedentes. No hay ninguna ley que diga que un animal tenga como destino el servir de alimento a otro. También es falso por otro lado que los animales se alimenten unos de otros. Los animales carnívoros se alimentan normalmente de los que no lo son y, aún en el caso de ser carnívoros ambos, jamás se hallan en igualdad de condiciones.

No puede hablarse en la naturaleza de la ley del más fuerte, sino de la del más sanguinario. Los elefantes son los más fuertes de todos los animales y no matan para comer. La ley del más fuerte puede aplicarse entre los iguales, pero nunca entre especies distintas, con constituciones diferentes. No puedo aceptar como justo y comprensible que el destino del gamo en este mundo sea el de correr para evitar ser devorado por un animal sanguinario. Muy distinto sería si los leones o los tigres se comieran entre sí o tuviesen como alimento a miembros de otras especies tan fuertes como ellos. Si en el diario quehacer para alcanzar la comida dos especies de animales distintas, pero de similares características, luchasen encarnizadamente venciendo unas veces unos y otras otros, podría admitirse el principio de la ley del más fuerte, pero en este caso no se puede hablar de ello. Los animales sanguinarios buscan para su alimentación a aquellos que no pueden oponerles resistencia, que simplemente pueden huir, correr, para salvar su vida y la de sus hijos, y creo que esto es una injusticia de la naturaleza que el hombre puede y debe corregir siempre que en su mano esté.

No venirnos a este mundo a sufrir, sino a luchar. Justamente en esa lucha constante encontramos el sufrimiento, pero precisamente luchamos para no sufrir. El sufrimiento no es el objetivo de nuestro mundo y por ello el más humilde de los santos, el que más pobremente vivió y que no temía al sufrimiento, San Francisco de Asís, retiró los cilicios con los cuales algunos religiosos se automartirizaban. No, sufrimos, pero esa no es la finalidad del mundo. Dios ha puesto en el mundo fuerzas del bien y del mal en constante enfrentamiento, y nosotros podemos con nuestros conocimientos y superior inteligencia convertir la tierra en un paraíso o en un infierno. Venimos al mundo a luchar por nosotros, por nuestras familias, por nuestra raza, y lo verdaderamente meritorio es que en esa lucha por lo que es nuestro, no nos aprovechemos de los demás o seamos injustos con ellos llevados por el egoísmo. Es justamente ahí donde se relacionan nuestros intereses con los de los demás, donde empiezan los verdaderos problemas morales que distinguen el hombre noble del taimado. La misión del hombre no es la de aceptar el mundo en su estado primitivo y dedicarse a ser un animal más. Tenemos en la tierra fuerzas del bien y del mal y debemos luchar contra las segundas, debemos utilizar nuestro libre albedrío para hacer este mundo siempre mejor hasta que llegue un día en que al ser un paraíso ya no sea necesaria su existencia. El hombre, ser supremo de la creación, tiene la sagrada obligación de perfeccionar la naturaleza y proteger a todos los seres vivientes que en ella habitan. Este sagrado deber corresponde exclusivamente al hombre y debe ser consciente de él.

Cuando vemos que los hombres perforan montañas, desecan lagunas, cogen territorios al mar, fertilizan desiertos, allanan montañas, encauzan ríos, construyen lagos, etc., imponiendo su voluntad inflexible a la naturaleza, nos parece inaudito que se nos tilde de exagerados si decimos que también en las especies animales debe intervenir el hombre como ser superior al hacer la naturaleza mejor en su conjunto.

Los volcanes son bellos, y también es hermosa la vista de un huracán sobre un paisaje tropical, pero el hombre busca día a día, muy juiciosamente, la forma de librarse de estos peligros de la naturaleza ya que su belleza no compensa el daño que producen. Se libra también el hombre de infinidad de animales dañinos y sin embargo se considera injusto que libre a otras especies de animales todavía más dañinos. El hombre interviene a cada momento en la naturaleza y en sus leyes, pero sin embargo se quiere que no actúe así cuando los intereses no le afectan directamente a él. Algún día, quizás, el hombre conseguirá acabar con los huracanes, ciclones y tifones y nadie lo lamentará, aunque sean fenómenos de la naturaleza. Pero si acabase con los tigres, todo el mundo pondría su grito en el cielo. ¿Y las vidas de animales inocentes que significaría salvar con ello? No creo que el haber exterminado las ratas de las ciudades sea de lamentar y tampoco creo que sea de lamentar la desaparición de determinadas especies de animales.

Yo simplemente querría saber si un tigre ante la falta de alimentación cárnea, sería capaz de alimentarse con productos de la tierra o, de no ser ello posible, si enfrentado con los de su especie, se alimentaría con ellos. Esto podría intentarse o cuanto menos sería preciso limitar el número de animales sanguinarios hasta el mínimo posible.

Algunos se horrorizarán de estas palabras, hablarán del desequilibrio ecológico, pero creo que ese desequilibrio es en muchos aspectos una falsedad. El hombre, durante cientos de años, ha pescado cientos de miles de millones de peces sin que los mares se vacíen de sus especies o sólo se vean afectadas unas pocas. La naturaleza sabe adaptarse a las nuevas situaciones y el que en Africa aumentase el número de gamos y gacelas no lo veo como nada lamentable.

Quizás se nos diga que los animales como gamos y gacelas perderían su velocidad al no ser atacados por los leones, pero no creo que ello sea especialmente lamentable, y por otra parte no creo que fuese apreciable. Las gacelas no son animales rápidos por el hecho de ser perseguidos, sino por su constitución física. Si aceptásemos que la naturaleza las dota de velocidad para escapar del león, correrían muchísimo más y no sería posible para ningún león alcanzarlas. Las gacelas, gamos, etc. póngase lo que interese seguirán siendo como son, con o sin animales que se las coman o, en todo caso, las pocas características que pudiesen perderse compensan el hecho de que no sirvan exclusivamente para alimento de los sanguinarios.

Naturalmente, los argumentos de los opositores a lo que he expuesto continuarían, diciendo que entonces habría demasiadas gacelas y se acabaría el alimento para ellas hasta fallecer por inanición. Yo, particularmente no lo creo, pues si bien hay casos en los que puede ofrecerse un ejemplo real al respecto, hay otros en los cuales la naturaleza ha limitado la natalidad para buscar el equilibrio, pero aún admitiendo esta posibilidad de falta de alimentos, no se modificaría sustancialmente nada de lo dicho. El hombre tiene en sus manos infinidad de recursos para compensar esos para mí muy poco probables desequilibrios. Puede esterilizar a algunos centenares de animales, procurar que los alimentos para cada uno de ellos puedan aumentar, logrando las condiciones idóneas por medio de abonos o replantación, o puede incluso llegar a matar, pero siempre en forma más humana que un tigre u otro animal sanguinario.

También debe ser considerada una solemne estupidez la afirmación de que en esta lucha por la vida mueren los animales más débiles fortaleciéndose y mejorándose constantemente la especie. En primer lugar, a los que tal dicen les tiene sin cuidado el mejoramiento de su propia especie humana, pero además no puede ser admitida esta afirmación como válida, ni mucho menos. Un animal que se lastima una pata, o que padece una indigestión debido a la última comida realizada, o que se halla agotado después de algunos juegos o peleas con los de su especie o después de su última carrera por salvar la vida, o el que ha rebasado ya la edad considerada como juventud, o incluso un animal que corre algo menos que los demás por la simple razón de que siempre ha de haber un último, no significa que sea un animal inferior cuya eliminación supone un bien para la naturaleza. Para no hablar de las crías o animales muy jóvenes que constituyen bocado de primera calidad y de los cuales no se puede saber hasta que sean mayores si serán o no los más veloces. ¡Sorprende que el famoso equilibrio ecológico o los no menos famosos depredadores no tengan en cuenta estos detalles a la hora de escoger sus víctimas!

Los verdaderos animales nacidos enfermos o muy débiles fallecerían igual en un bosque o en una selva, sin necesidad de servir de alimento a nadie. Simplemente fallecerían ante la imposibilidad de procurarse su propio sustento. Si imaginarnos a nuestra humanidad enfrentada a otra de proporciones mucho mayores y con una fortaleza muy superior, cuya alimentación básica fuésemos nosotros, veremos fácilmente la falsedad de lo afirmado con respecto a las gacelas. Si en esta humanidad en que vivimos, los que corriesen menos hubiesen sido devorados, tendríamos como máximos exponentes de nuestra cultura a los jugadores de fútbol y otros deportistas y casi no quedaría ni habría existido un solo artista o personalidad genial.

Y que no se diga que todo esto es demagógico, pues los que queremos y conocemos a los animales sabemos que los caracteres son distintos y que unos son más simpáticos, otros más alegres y otros más inteligentes y si bien no podemos pretender que nazcan artistas entre las gacelas, sí podemos asegurar que ser la más rápida no significa ser la más buena o inteligente y que también entre los animales existen otras características además de las puramente físicas.

Si continuamos imaginando esa especie superior a nosotros a la que servimos de alimento, no podemos por menos que entristecernos del espectáculo que ofrecen tigres y leones y mil otras especies. A mí, y creo sinceramente que a todo el mundo le ocurrirá lo mismo, me indignaría muchísimo servir de alimento a unos seres superiores y tener como único recurso la huída. La situación no es sólo peligrosa sino humillante.

A mí me agradan los tigres y leones, a diferencia de otras especies, como serpientes, arañas, etc., cuya desaparición de la tierra al margen de los posibles beneficios de su existencia que ignoro y no me importan demasiado me dejaría indiferente. Los leones y tigres y otros animales sanguinarios me agradan, pero no lo suficiente como para garantizarles la existencia a costa de otros animales que nada pueden hacer para oponérseles. Las prostitutas acostumbran a ser mujeres bellas, pero no por ello deben tolerarse. Si leones, tigres y demás especies no están dispuestas a alimentarse sin recurrir a otros animales indefensos o por lo menos a buscar su alimentación cárnea entre especies tanto o más fuertes que ellos, entonces su desaparición no me preocuparía demasiado. Yo admiro y amo a la naturaleza en forma profunda, pero no soy de los que se preocupan en mantener vivas en el mundo 36.418 distintas especies por el hecho de que existen. Me agradan los árboles y las flores, pero si alguno de éstos o alguna de aquéllas fuesen perjudiciales para animales o personas, su desaparición no me causaría ningún dolor.

El lograr una humanidad y una naturaleza perfecta, de la cual desaparezca el afán de sangre y asesinatos, será difícil, pero yo aquí no pretendo hallar una solución al problema sino simplemente exponerlo. El camino a recorrer puede ser difícil, ¡imposible! en la superficie de la tierra cabría intentar algo pero en las profundidades del mar la imposibilidad es manifiesta , pero no podemos negarnos a reconocer una serie de injusticias en la naturaleza que deben ser corregidas si ello es posible.

Naturalmente, hoy por hoy sigue siendo el hombre el animal que para su alimentación comete un mayor número de muertes sanguinarias entre animales incapaces de defenderse y que ni siquiera tienen la posibilidad de huir o de salvarse, aunque sea en parte. Nacen con el destino fijado de su muerte y por ello es casi absurdo pretender librar a las gacelas de sus sanguinarios enemigos mientras las ovejas no se puedan ver libres de los hombres. Pero el problema esta ahí, existe y no podemos soslayarlo con la demagógica afirmación de que es ley de vida o inexorable principio de la naturaleza.

Todo esto parecerá a muchos una sarta de estupideces inconcebibles. Quiero dejar claro que no estoy pretendiendo que la Humanidad se preocupe de este problema abandonando otros. Lo que sí considero indispensable es que en aquellos casos en que sea factible, se tenga en cuenta el problema. No quiero, tampoco, limitarlo todo a gamos, ciervos y gacelas los animales que más me gustan y leones y tigres. Sé que hay infinidad de otros animales cuyos problemas son distintos. Lo que debe hacerse es estudiar cada caso y procurar encontrar una solución. Posiblemente algunos animales repugnantes o sanguinarios sean beneficiosos para el mundo por su labor destructora de insectos o algo similar. En ese caso no deben eliminarse ni tender a su progresiva desaparición, pero en muchos casos nadie notaría su desaparición y en otros, lo que esos animales hagan en beneficio de la naturaleza puede ser inferior a su perjuicio, traducido en sufrimientos de otros animales, en cuyo caso el hombre debería procurar, con sus siempre inagotables recursos, sustituir a ese animal y compensar su función en beneficio de la naturaleza por otros medios.

También hemos de aceptar que dentro de los animales hay unas escalas perfectamente claras que no permiten considerarlos a todos por igual. Vale aquí lo que menciono luego en el capítulo del vegetarianismo en el sentido de que deben haber animales que merezcan más nuestro aprecio, por ser más bellos, más inteligentes o simplemente más simpáticos y para encontrar una solución al problema que aquí tratamos debe empezarse por los inferiores para respetar a los que se hallan en la cima de la escala de valores.

Sé que este capítulo será el más difícil de la presente obra, y lo sé porque también a mí me ha sido el más difícil de descubrir y aceptar como lo expongo. Los argumentos que pueden aducir mis opositores son infinitos, pero también pueden ser infinitas mis razones. Quiero pues limitar este problema o sintetizarlo en muy pocas palabras. Yo preguntaría a los que me lean si ellos, de poderse hallar ante la posibilidad de una nueva creación del mundo, no lo preferirían sin animales sanguinarios y pedirían a Dios que no crease tales animales. El que hubiese preferido un mundo sin animales sanguinarios, tarde o temprano comprenderá, aceptará y defenderá las ideas aquí contenidas.

Dios ha creado un mundo a la vez bello y horrible, encontrarnos en él animales sanguinarios, enfermedades, catástrofes de la naturaleza, corrupción física y moral. El hombre debe luchar contra todo esto, por todos los medios y no puede ignorar aunque de momento sea simple teoría el grave problema aquí planteado.. No es admisible que ese mismo hombre que ha exterminado a cientos de tigres que hacían peligrar aldeas o ciudades, no quiera combatirlos cuando la víctima es un ser sin ninguna posibilidad de hacer frente a dicho animal. Los tigres no son ciertamente culpables de su naturaleza. Su alimentación es la carne y para ellos es buena la del hombre o la de la gacela. Los hombres combaten al tigre cuando les perjudica directamente a ellos, pero pensemos que la misión del hombre ha de ir más allá, protegiendo a todos los seres vivos de la tierra sin ningún interés egoísta.

Si preguntamos a cualquier persona cuál sería su comportamiento si viese, teniendo un fusil, a un tigre a punto de saltar sobre un hombre, la mayoría nos responderán que dispararían sobre el tigre. ¿Por qué? Según la tan cacareada ley de la naturaleza es lógico que el tigre se alimente a base de hombres. Nadie ha dicho o por lo menos la naturaleza no lo ha dicho que la carne preferida del tigre tenga que ser la de un animal. Antes al contrario, dado que el hombre corre menos que un gamo, un mono o una gacela, lo lógico es que el tigre o cualquier otro animal similar coma hombres. Y sin embargo a nadie se le ocurrirá, ni por un momento, permitir que el tigre se alimente con la carne de aquel hombre que distraído o desarmado es fácil presa de un tigre. Claro que se me responderá que se trata de un hombre, pero sin embargo, y los amantes de los animales tienen que comprenderme, aunque reconozcamos sin lugar a dudas que un ser humano es antes que un animal pese a que algunos seres humanos podrían situarse después sin problema alguno , una vez no tenemos planteado el problema con el ser humano, es lógico que también disparásemos si viésemos a un animal próximo a morir entre los dientes de un animal sanguinario. Un animal no es ciertamente un ser humano, pero posee cierta humanidad y nos merece el suficiente aprecio como para salvarle la vida si está en nuestras manos hacerlo. Por lo menos ésta es la forma de pensar y actuar de toda persona que, como yo consideramos al hombre superior al animal pero entre éste y aquél no vemos una enorme distancia sino en ocasiones cuestiones de matiz. Pues la nobleza, sinceridad, fidelidad, orgullo... de los animales son en ocasiones superiores a los de los hombres.

Puedo asegurar además que todos los amantes de los animales reaccionarían disparando, aunque en teoría pretendan otra cosa. Si en la práctica mantuviesen su actitud pasiva, sería claro signo de que no aman a los animales. No creo que nadie pueda asistir impasible al espectáculo triste y sanguinario de una cría de gacela despedazada entre los dientes de un "depredador". Y en la práctica nadie se resiste. Veamos pues sino por ejemplo las reiteradas muestras que nos dan personas como Cousteau en las series de películas que se han ofrecido de sus expediciones en las cuales, y pese a ser científicos experimentados acostumbrados a estos dramas de la naturaleza, no se resisten, por ejemplo, a contemplar impasibles la muerte de todas las tortugas que nacen de día y que son presa fácil de aves que esperan su banquete impasibles sin dar una posibilidad de sobrevivir a la víctima, salvando a unas pocas lo cual no modificará esta injusticia de la naturaleza, pero descargará la conciencia de los que contemplan este profundo drama de la vida. Igualmente al salvar a una ballena ya medio muerta por los picotazos de aves distintas actúan contra la naturaleza, pero actúan como hombres, dotados de una sensibilidad mayor a la de los animales y de la virtud por excelencia: la piedad.

El instinto del hombre es salvar al inocente que está indefenso en manos de un enemigo superior contra el que nada puede hacer. Sea hombre o animal el hombre blanco no puede aceptar el espectáculo triste de tantas muertes sin intentar remediarlo si está en su mano. El que se nos diga que nosotros no lograríamos nunca nuestro objetivo y que una reorganización del mundo sin desequilibrios seria imposible, no modifica el hecho. Repito que esto es absolutamente secundario. Si no podemos solucionarlo cuanto menos debemos intentarlo, sino en términos absolutos, en el ámbito de nuestra influencia, a nivel individual, de pueblo, ciudad, nación o continente. Lo que resulta absolutamente inaceptable es que constatando que nada podemos hacer nos crucemos de hombros y contemplemos impasibles dramas de la naturaleza filmados por presuntos amantes de los animales Walt Disney el que más ha hecho por los animales, jamás ofreció muertes entre ellos en sus películas que, buscando lo sensacionalista y escabroso lo ofrecen a millones de espectadores en todo el mundo. Esta forma de comportarse sólo podría aceptarse a los que, percatándose de que nada pueden hacer para evitar la muerte de sus semejantes, contemplen impasibles igualmente el fallecimiento de personas queridas, para todos los que se conmueven con la muerte de sus seres queridos, es lógicamente obligado que se conmuevan también por las muertes de animales, si es que, como dicen, son para ellos auténticamente seres queridos y no despiertan simplemente un interés meramente zoológico.

Puede ser considerado inmoral exterminar a los tigres (leones, pumas, serpientes, hienas, etc.) aunque sea por medios más humanos que los de la jungla o mediante la esterilización Ciertamente acabar con los tigres no es acción laudable y digna de alabanza. Ellos no son responsables de haber nacido así, pero debemos elegir entre uno u otros y la elección es fácil. Schopenhauer nos da los dos argumentos más importantes: "Este mundo es campo de matanza; donde todo animal de rapiña es tumba viva de OTROS MIL, y no sostiene su vida sino a expensas de una larga serie de martirios". Evitar el nacimiento de un tigre significa salvar la vida de un centenar de otros animales.

También a la hora de tomar la decisión oigamos otras palabras de Schopenhauer: "Si queréis en un abrir y cerrar de ojos saber si el placer puede más que la pena, o solamente si son iguales, comparad la impresión del animal que devora a otro con la impresión del que es devorado". Sin duda tampoco puede haber duda en la elección.

Por desgracia, el hombre no es Dios, no puede en muchas ocasiones sino hacer lo menos malo ante la imposibilidad de hacer lo más bueno y ya que no podemos conseguir un mundo de felicidad infinita donde los tigres y los gamos convivan pacíficamente y los hombres y las ovejas también, hemos de seguir un camino lento, muy lento, que conduce si no a la perfección en sí, cuanto menos al mejor mundo de los posibles. Procurando que cada vez más este mundo se aparte de aquel objetivo para el que fue creado: Un purgatorio para la redención de un pecado.

Aquel que ama a los animales sólo a esta persona va dedicado este trabajo no puede permanecer impasible ante este problema. No puede irse a dormir tranquilamente olvidándose de la impresión de terror del animal que nota en su cuerpo las heridas mortales que le quitan la vida, para servir de alimento a un ser que ha sido concebido por la naturaleza más fuerte que él. El hombre tiene también una misión en este terreno y pido a todos los que me lean que reflexionen muy detenidamente sobre este punto y sólo entonces podrán dar una opinión válida, opinión que, quizás, será contraria a la mía. Posiblemente esté yo en un error, pero cuanto menos yo habré cumplido con lo que considero un deber. Seguiré pensando en este problema, y al igual que contemplo un mundo podrido de odios y rencores, de egoísmo y aflicción y me desespero ante la imposibilidad de hacer algo positivo para convertirlo en algo mejor, así también, muy frecuentemente, aparecerán ante mí las imágenes de esos simpáticos animales, armónicos, estéticos, bellos y simpáticos, que llenan de vida y alegría los bosques o las praderas y que retozan con sus pequeñuelos, mientras son observados con ojo calculador por un animal sanguinario y que día a día deben pagar con su vida el tributo de haber nacido pacíficos y de no haberles sido concedido el deseo de sed de sangre. Ese sufrimiento, esa muerte horrible a manos de otros animales, estará presente en mi mente, turbará mi sueño y pido a Dios que el tiempo no me haga insensible a estos sufrimientos aunque, como en los demás grandes problemas del mundo, nada pueda hacer yo para evitarlos.

Tengo sin embargo el convencimiento, absoluto además de que la regeneración de la Humanidad que deseaba Wagner llegará algún día.

Antes tendrán que romperse moldes, costumbres e intereses, pero el día de la luz llegará y el sol brillará alegre para todos para todos los hombres y también para los pacíficos habitantes de la naturaleza que compartirán, con el injustamente llamado "rey de la creación”, una vida nueva, pura y alegre en plena convivencia y comunicación.



DEPORTES SANGUINARIOS



Uno de los aspectos que más contribuyen a la deseducación de los humanos y al incremento de sus instintos sanguinarios, haciendo que sienta por la sangre una irresistible atracción, es sin duda el de los deportes sanguinarios que constituyen una práctica muy común en nuestro mundo, incluso en aquellos países que gozan de leyes especiales para la protección de los animales.

Los principales deportes sanguinarios son: caza, pesca, tiro de pichón y corridas de toros.


LA CAZA


La caza se halla extendida en todos los países llamados civilizados. En algunos, como Inglaterra, constituye todo un ceremonial y se convierte en una actividad de carácter nacional en lo que a las clases elevadas se refiere, es decir, entre aquellas clases en las que su comportamiento no puede excusarse en virtud de haber tenido una educación deficiente o de haberse movido constantemente en malos ambientes.

La característica más acusada de la caza es la desproporción de fuerzas entre los cazadores y la víctima. En líneas generales, los animales que se acostumbran a cazar: conejos, zorros, codornices, ciervos, etc., no constituyen un peligro para el cazador.

Como en el caso de los animales sanguinarios, citado en el capítulo precedente, la víctima en el mejor de los casos sólo puede aspirar a huir, pero jamás a acabar con su perseguidor. Por si fuera poco, en muchas ocasiones ya no se trata de un hombre contra una bestia, sino de varios hombres contra ella. El hombre, con su inteligencia superior, podría vencer y más con la ayuda de las armas modernas-a animales muy superiores a él, pero se dedica preferentemente a aquéllos que no tienen ninguna posibilidad de oponérsele. Incluso en algunos casos en los que su integridad podría correr un cierto y relativo peligro, por ejemplo en la caza del jabalí, el moderno cazador se escuda en un grupo de personas, en la colaboración de los perros que son las únicas víctimas, heridos o muertos por el animal o, en el mejor de los casos, tiene la certeza de que si el animal llega a atacarle no persistirá en sus ataques hasta matarlo. El jabalí que atacado se defiende, desea librarse de su enemigo, pero no tiene la preconcebida intención que sí posee el cazador , de perseguirle y atacarle hasta causarle la muerte. La situación del cazador siempre es netamente más favorable que la del animal.

En un certamen dentro de una exposición celebrada en Barcelona, asistí a la proyección de una película sobre algunos lugares pintorescos de España. En esta película aparecían secuencias de algunos cazadores y en una de ellas, que preferiría no haber visto, se captaba la imagen de un conejo corriendo al que un cazador disparaba. Tocado el animal, quedaba en virtud del disparo paralizado en sus patas traseras y apoyado en las de delante, y arrastrando su cuerpo emprendía una carrera frenética en su afán por sobrevivir. En el mejor de los casos escaparía del cazador para tener una muerte cruel en algún lugar escondido simplemente para satisfacer los instintos sanguinarios de unos hombres que son los genuinos destructores de la naturaleza. El animal, en lugar de sentirse protegido por el hombre y acudir a él en momento de peligro huye frenéticamente cuando el aire le trae su olor. La verdaderamente genial película "Bambi" de Walt Disney, el gran productor cinematográfico que bien merecería el Premio Nobel de la Paz en lugar de Lutero, King, Kissinger o Willy Brandt, representaba magníficamente la imagen denigrante de la caza, cuando los ciervos huyen asustados ante la presencia del asesino de la naturaleza. El hombre es en esa película en sí un canto a la naturaleza y a los animales el único personaje maligno. Cuando los animales al ser perseguidos por una bestia sanguinaria, se refugien entre los hombre; el hombre habrá dejado de ser el purgatorio que actualmente representa.

Quien es capaz de contemplar una escena como la descrita anteriormente sin sentir una profunda lástima por el pobre animal es un ser indigno de llamarse humano.

Los cazadores disponen además de muchos métodos de caza, fusiles con telémetro, cotos reservados, estudios meticulosos sobre las costumbres de los animales, épocas de celo en las cuales es fácil cobrar buenas piezas, etc. Es decir el animal tiene como única posibilidad en el mejor de los casos la huída.

Otro gran inconveniente de la caza es que asusta a los animales del bosque que temen al hombre y se ocultan en cuanto aparece. La actividad del cazador hace desaparecer las especies de los bosques y, otro aspecto menos grave pero siempre molesto, llena la naturaleza de sonoras explosiones que turban la paz de los que vamos a la montaña a convivir con la naturaleza y no a asesinarla.

Nada puede compararse al sueño dorado de todo amante de la naturaleza que consiste en poder efectuar paseos por los bosques mientras somos observados por sus diversos habitantes, los cuales acabarán por acercarse para ver si pueden obtener de sus amigos los humanos alguna caricia o algún alimento. Si los cazadores no pueden apreciar esa belleza de la naturaleza es porque en lugar de corazón tienen el estómago y en lugar de alma una culebra. La falta de sensibilidad del cazador le constituye en representante de la idiotez humana y del materialismo.

Quizás el lenguaje utilizado para definir un cazador no sea excesivamente ético, pero quiero por lo menos expresar algunas de las opiniones que nos darían conejos y venados, si cobrasen el don del habla por unos momentos y pudiesen opinar sobre ese ser tan poco humano que es el cazador.

En principio, no puedo aceptar la caza como deporte ni actividad. Puede excusarse al que caza por necesidad, y aún en ese caso cabría estudiar el concepto "necesidad" y una vez aceptado discutir si la "necesidad" nos autoriza a matar. Pero desde luego no puede ser aceptada la práctica de la caza entre los que la practican por "placer", rara expresión para definir lo que nos impulsa a matar y que dice muy poco en favor del que la utiliza, pues el que se complace con el dolor y el sufrimiento de seres vivos, aunque sean animales, es muy probable que también en otras facetas de su vida muestre su insensibilidad hacia el sufrimiento ajeno, aunque sea de personas, de seres humanos, de los que puede, en buena lógica, haber recibido ofensas más frecuentes y enérgicas, que de los conejos y codornices que asesina por el simple hecho de que para él asesinar es, según sus propias palabras, "un placer".

Hay otras prácticas mucho más saludables y también más viriles que la caza, pero cuanto menos lo que deberíamos pedir al cazador es una “igualdad de oportunidades" con relación a la víctima. Cazar con arco y flecha, coger una liebre con las manos desnudas, o luchar contra un oso o un jabalí con un cuchillo o una lanza, merecería cuanto menos algo de respeto y podríamos hablar de un cierto equilibrio en la lucha y aunque el animal preferiría que le dejasen en paz, cuanto menos existiría la "legítima defensa", en esos casos los cazadores serían crueles, pero no cobardes. Pero la posibilidad de disparar con perdigones que en su dispersión cubren un área muy grande de espacio, siendo imposible errar el tiro a corta distancia o con armas de precisión, colocan al animal en el papel de víctima incapaz de eludir su fatal destino y condenada a huir siempre del que debería ser su protector y amigo: el hombre.

Después de las corridas de toros, es posiblemente la caza el deporte que ha despertado más polémica. Los que más han comprendido el drama que representa este deporte han sido los artistas, almas sensibles y que no pueden permanecer ajenas al sufrimiento ajeno. Incluyo pues seguidamente algunas bellas poesías que se han dedicado a combatir este salvaje deporte.

Citaré en primer lugar a mi maestro, Richard Wagner, quien en su primera y en su última obra, nos habla del tema. En la primera, en "Las Hadas", el protagonista Arindal se percata al ir a matar a una cierva que sus ojos están llenos de lágrimas, lo cual le hace desistir del disparo. Pero es en "Parsifal", obra cumbre de la música universal, donde nos expone el problema en toda su encantadora sencillez. Parsifal es el joven salvaje, criado en el bosque que nada sabe de moral, religión, ética... todo lo que él sabe es propio de sí mismo. No posee convencionalismos, sino que actúa espontáneamente. Admirado de los caballeros con brillantes armaduras y espadas doradas, sueña con ser uno de aquellos héroes. Vaga por el bosque y mata a los animales sin comprender el daño que causa. Cerca del templo de Monsalvat, donde los Caballeros del Santo Graal custodian el cáliz con el cual Cristo celebró la Ultima Cena, se hallan algunos de estos reunidos cuando de pronto un cisne cae abatido por una flecha:

GURNEMANZ

¿Qué ocurre?

EL CUARTO ESCUDERO

¡Allí!

EL TERCER ESCUDERO

¡Allí!

EL SEGUNDO ESCUDERO

¡Allí!

EL CUARTO ESCUDERO

¡Se ve un cisne!

EL TERCER ESCUDERO

¡Vuela herido!

TODOS LOS CABALLEROS Y ESCUDEROS

¡Maldito! ¡Maldito!

GURNEMANZ

¿Quién ha herido al cisne?

(El cisne, después de un penosísimo vuelo, cae al suelo, exánime. El segundo caballero le arranca la flecha que tiene clavada en el pecho)

LOS CABALLEROS Y ESCUDEROS

¡Ese fue! ¡Ese fue!

(enseñando el arco)

El arco lo prueba.

(mostrando las flechas)

Las flechas son iguales.

GURNEMANZ

(a Parsifal)

¿Has sido tu el que ha matado al cisne?

PARSIFAL

Ciertamente. Todo cuanto vuela yo cazo.

GURNEMANZ

¿Tu has hecho esto? ¿No te apena tu acción?

LOS CABALLEROS Y ESCUDEROS

Dale un buen castigo.

GURNEMANZ

Oh maldad grande.

¿Cómo pudiste dentro de la sagrada selva matar donde todo lo que te rodea es paz?

¿No son los animales mansos junto a ti?
¿No te saludan tiernamente?
¿No te habla desde las ramas el pájaro?
¿Qué te hizo el cisne?

Volaba buscando a su hembra, para ir los dos sobre el lago.

Fue nuestro amigo ¿qué es ahora para ti?

¿O no lo ves? Lo has herido, aquí helada está la sangre, tiene flojas las alas, sus blancas plumas están manchadas de rojo, sus ojos se cierran, ¿no ves su mirada?


(Parsifal ha escuchado a Gurnemanz con una emoción creciente, hasta que al llegar a este punto, rompe su arco y lanza lejos sus flechas)


Joven, ¿confiesas que tu culpa es grave?

¿Cómo has podido atreverte?

PARSIFAL

No sabía nada.

(Los escuderos recogen el cisne muerto, lo levantan solemnemente sobre una camilla hecha con ramas verdes y lo llevan hacia el lago).

Estos bellos versos en el primer acto del Parsifal, son un buen preludio del carácter de esta obra sublime, de esa "elevada canción de amor, canción de elevado amor" como la definiera Dietrich Eckart.

Otro magnífico verso, en este caso debido a un poeta español, lo tenernos en el titulado "Canción" de Antonio Mira de Mescua, poeta del siglo XVII y que dice:

Ufano, alegre, altivo, enamorado, rompiendo el aire el pardo jilguerillo,
se sentó en los pimpollos de una haya, y con su pico de marfil nevado
de su pechuelo blanco y amarillo la pluma concertó pajiza y baya;
y celoso se ensaya a discantar en alto contrapunto
sus celos y amor junto, y al ramillo, y al prado y a las flores libre y ufano cuenta sus amores.

Mas, ¡ay!, que en este estado
el cazador cruel de astucia armado, escondido le acecha
y al tierno corazón aguda flecha tira con mano esquiva
y envuelto en sangre en tierra lo derriba
¡Ay, vida mal lograda!
¡Retrato de mi suerte desdichada!


Otro poeta español, ya más conocido, dedica también bellos versos a combatir la caza. Francisco de Quevedo, alma sensible, escribe el siguiente soneto:

Primero va seguida de los perros
vana tu edad, que de sus pies la fiera
deja que el corzo habite la ribera,
y los arroyos, la espadaña y berros.

Quieres en ti mostrar que los destierros
no son castigo ya de ley severa;
el ciervo, empero, sin tu envidia muera,
muera de viejo el oso por los cerros.

¿Qué afrenta has recibido del venado,
que le sigues con ansia de ofendido?
Perdona al monte el pueblo que ha criado.
El pelo de Acte6n, endurecido,
en su frente te advierte tu pecado;
oye, porque no brames, su bramido.



Otro poeta, en este caso alemán, que se ocupa del tema es Herzog Ulrich von Württemberg poeta del siglo XVI. Sus versos son los siguientes:

Sonó el cuerno plañidero:
cesó en mi toda alegría;
se cazaba por el bosque
la cierva ante el perro huía.

Jamás animal tan noble
por el monte encontraría;
iba saltando los riscos;
sin duda andaba perdida.

Huye cierva, por las breñas.
No he de aumentar tu agonía
ni herir tu pecho de nieve.
Que otros hombres te persigan
con sus gritos y sus perros,
que otros te quiten la vida.
Con pena de ti me aparto,
guárdate, cierva querida.



Y para terminar esta pequeña muestra de poesías en contra del bárbaro espectáculo y deporte de la caza, una del más romántico de los poetas románticos, Friedrich von Schiller, el poeta de la juventud, que expone magníficamente el problema en su poesía "Der Alpenjäger" (El Cazador Alpino):

¿Te gustaría apacentar ovejas?
Las ovejas son buenas y son dóciles,
pastan los dulces brotes de la yerba
triscando en torno de la fresca orilla.
“¡Permíteme ir de caza, madre, madre, quiero cazar en lo alto de los montes!".
¿Te gustaría dirigir el hato con el gozoso resonar del cuerno?

En el alegre coro de los bosques
cuán dulces las esquilas tilintean.

”Permíteme ir de caza, madre, madre, quiero cazar en lo alto de los montes!".

¿Querrías esperar a que las flores en los bancales tuyos florecieran?

Allí no pueden florecer jardines,
todo es salvaje en el desierto agreste.

“¡Deja a las flores, deja que florezcan, quiero irme a la cumbre de los montes!"

Y aquel muchacho se marchó de caza, y con un ciego atrevimiento iba aventurándose incansablemente por lo más tenebroso de los montes; ante sus ojos, semejante al viento, huía temblorosa la gacela.

Con ágil paso trepa por la fría y desnuda osamenta de las peñas, alada cruza con seguro salto
los peligrosos tajos de las rocas, y atrevido el muchacho la persigue tensa ya la mortífera ballesta.

Ahora sobre las cumbres pedregosas, ella consigue la más alta peña, de donde la montaña baja a pico y el camino se pierde en lo profundo.

A sus plantas está el rocoso muro y ante ella el enemigo que se acerca.

Con el mudo lamento de sus ojos suplica al hombre que implacable llega, y en vano son sus ruegos porque el hombre suelta ya el arco que la muerte lanza.

De improviso un espíritu aparece sobre la roca, el Viejo de los Montes, (Bergesalte)y con manos de dios protege entonces al trémulo animal acongojado.

“¿Por qué hasta estos lugares el dios dice, muerte y angustia has de arrastrar contigo?

Bastante sitio tienes en el valle. ¿Por qué has de encarnizarte con los míos?



Estas poesías exponen magníficamente el profundo drama de la caza, aunque su contenido no pueda llegar a los cazadores, gente por lo general estúpida y cruel, cerrada a todo idealismo artístico y poético.

LA PESCA

Este deporte, con ser paralelo a la caza, tiene puntos fundamentales que lo hacen diferir de ésta. Si el cazador carece de riesgos en la práctica de su deporte cuanto menos tiene la posibilidad de tropezar y caerse cuando va persiguiendo a su pobre víctima. Al pescador no le queda siquiera esta posibilidad. Es el genuino deporte de la vagancia. Me ha ocurrido con frecuencia que al ir de excursión a algún lugar de alta o media montaña, me he encontrado con algún pescador que, inmóvil y sentado en el margen de un río, esperaba paciente, pacientísimo, la suerte. Mientras yo me adentraba por los senderos de montaña hacia mi objetivo, observaba la figura del pescador que permanecía en la misma posición. Después, al regreso, otra vez lo mismo. Inmóvil, lo perdía de vista. Aseguran que es un deporte muy relajante y desde luego debe serlo, pues el ejercicio físico es limitadísimo. Lo cierto es que creo que los que se dedican a la pesca podrían obtener la misma satisfacción y el mismo "relax" tendiéndose sobre un prado verde y contemplando las cimas de las altas montañas coronadas de nieve. Respecto a los que pescan en las playas supongo que más numerosos lograrían el mismo objetivo tendiéndose sobre la arena.

El pescador no da al pez la más mínima posibilidad de escaparse. Tanto el de caña como el buceador, tienen el cien por cien de posibilidades sobre la víctima. Especialmente el segundo podría advertir al animal y emprender entonces la persecución. No sería noble pero se concedería al menos al animal la posibilidad de luchar por su vida. Naturalmente hay tipos de pesca como la de arrastre que aunque con fines alimenticios supone el exterminio de miles de peces dejando algunas áreas sin población acuática ; con explosivo prohibida pero practicada y la efectuada con botellas de oxígeno, absolutamente inmoral.

Ni la caza ni la pesca se practican por razones de alimentación y consecuentemente no pueden encontrar justificación. Son deportes cuyo objetivo es acabar con el mayor número de vidas posibles, sin importar si el animal que logra escapar queda gravemente herido. Acabar poco a poco con los pobladores que la naturaleza guarda en sus profundidades.

Además los pescadores, en medio de su indolencia, no son capaces ni tan siquiera de ahorrar sufrimientos inútiles al pez quitándole rápidamente la vida una vez fuera del agua. No, lo dejan a un lado y contorsionándose y muriendo lentamente agoniza al lado de su asesino sin despertar en él la más mínima compasión. Algunas veces todavía vivo lo fríen sin preocuparse de sus sufrimientos. Igual fin corresponde a langostas y ostras que son más "sabrosas" vivas.

Difícil es justificar la caza por razones de alimentación, pero todavía lo es más el pescado, que en una buena parte especialmente mariscos es consumido puramente por gula, pues el alimento que contiene es mínimo.

Admitimos que, en líneas generales, los peces ofrecen menos compasión que los otros animales. Lógicamente su vida nos es más extraña. Sin embargo aquéllos que han podido hacer submarinismo y dar de comer a los peces en la mano, también saben que son animales a los que la naturaleza no ha puesto a nuestro alcance para que traidoramente, por medio de un anzuelo, de un engaño, vengan a parar a nuestro estómago.